

CORAZON DE PACHAMAMA
Conecta tu corazón con el de la Madre Tierra
EL CABALLO VOLADOR
El tambor es el “caballo volador” para el chaman, su medio de comunicación y viaje con el mundo espiritual y con otros planos de existencia. Siglos atrás, este tipo de tambor se encontraba por todas partes del planeta. Druidas y curanderos de Europa, chamanes y sacerdotes de Asia y Mongoli, Hombres-Medicina de América del Sur y del Norte usaban este instrumento en ceremonias para conectar con lo que es más grande que uno-mismo.
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La música tribal siempre es de gran ayuda para aliviar los problemas de estrés y nerviosismo y como introductora a estados alterados de conciencia. Dentro de este género musical, los instrumentos musicales de percusión, adquieren un papel protagonista. Los diversos tipos de tambores e instrumentos de percusión, han sido desde hace milenios, el signo de identidad más característico de diversas culturas y tribus. Las frecuencias sonoras producidas por estos instrumentos tienen la capacidad de transportarnos a estados de trance y de alto nivel espiritual.
Está científicamente demostrado que escuchar el ritmo monótono de los tambores facilita la producción de ondas cerebrales de rangos alfa y theta. Muchos nativos se refieren al sonido del tambor como a el latido de la tierra. En este aspecto, es de destacar que la frecuencia de la resonancia electromagnética de la tierra, que ha sido medida en 7,5 ciclos por segundo, resulta equivalente a las ondas cerebrales theta. Parece que el sonido del tambor permite a los chamanes alinear sus ondas cerebrales con el latido de la tierra.
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Es un instrumento poderosísimo de autosanación emocional y a niveles más profundos, entramos en estado de meditación. Los chamanes se sentaban bajo un árbol y tocaban sus penas, sus tristezas , anhelos, sus inseguridades y encontraban la respuesta y la paz. Resuena en el vientre, la mano se mueve al ritmo que impone el espiritu del tambor y uno se siente liberado. Se hace uno con el “caballo volador” formando un sólo ser , el es una parte del chaman, un instrumento de poder para elevar la consciencia y transportarse a otros planos de la realidad.
Para propiciar un estado mental que ayude a realizar el viaje chamánico, es necesario escuchar un sonido rítmico de 205 a 220 golpes por minuto. Este ritmo induce al cerebro a producir ondas cerebrales lentas, de entre 7 a 4 ciclos por segundo, o menos. Los chamanes describen el sonido del tambor como la voz de los espíritus. Mitológicamente, el chamán realiza la caja del tambor con un trozo del Árbol de la Vida, del Axis Mundi, proporcionado por sus guías. Estos tambores son redondos en el Norte, y de forma oval en el Sur de Siberia, hechos de piel de reno o caballo, con el bastidor de madera o de junco trenzado. El ritmo que determina el tambor al ser batido por el chamán, es acompañado por las palmadas de los presentes.
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El chamán nunca abandona la percusión, elemento fundamental en todas sus ceremonias, no sólo para llamar a los espíritus sino para obtener energía vital o entrar en trance.
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“En sus rituales, los chamanes sami (llamados noajdde o noaiti) utilizan el canto, acompañado por la percusión del tambor. Gracias a la monótona cadencia que genera, entran en trance para abandonar su cuerpo y acceder al mundo de los espíritus. Para acceder a él, utilizaban a modo de mapa del otro lado los dibujos del tambor, que se convierten en una suerte de guía.” Saami, los chamanes del norte.
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El tambor chamánico, instrumento muy corriente, ligero y fácil de manejar, se toca con un palo o con los dedos. Los tambores chamánicos suelen ser anchos y profundos para propiciar un sonido grave y prolongado. Son de formas y materiales diversos a lo largo del mundo. Algunos se realizan a base de corteza de árboles, con un parche de piel de animal. Otros son simples calabazas ahuecadas. En algunas zonas tienen un parche, en otras, dos. Algunos son rústicos, y otros están bellamente adornados con símbolos que recuerdan los viajes que el chamán realiza con ellos. En cada lugar, los elementos naturales y culturales hacen que el tambor tenga unas u otras características.
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HISTORIA DEL TAMBOR Y SU EVOLUCIÓN
Los tambores más antiguos proceden de yacimientos arqueológicos, tienen algo más de seis mil años y son de tierra cocida. No se trata de instrumentos propios de una civilización determinada; el tambor surge por doquier como patrimonio del hombre.
Así, tambores de forma similar y antigüedad parecida han sido encontrados desde Checoslovaquia al Alto Nilo. Los tambores primitivos europeos tenían forma de reloj de arena, con orejas en sus extremos para facilitar su asimiento.
Algunos historiadores de la música han visto en estos tambores hallados en la vieja Bohemia el antecedente del bombo y del tambor bajo. También hubo tambores en la América precolombina, de tronco de árbol o cerámica cuyo parche está hecho de piel humana.
Tanto unos como otros se percutían bien con las manos o utilizando un palillo. Hacia el 3500 a.C. se menciona el tambor en una leyenda china; allí y entonces ya se fabricaba este instrumento de percusión parecidamente a como se hace hoy: pieles tensadas sobre un armazón de madera, y a menudo también aprovechando vasijas o tinajones.
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Así se hacían en Mesopotamia hace cinco mil años los enormes tambores circulares sumerios para uso del templo, como muestra un relieve encontrado en Ur de Caldea, de hace cuatro mil quinientos años, donde se muestra un tambor ceremonial gigantesco.
Su implantación en todas las culturas fue un hecho temprano. Se sabe que las tribus africanas lo utilizaban para comunicarse entre sí los poblados: los tantanes de la selva fueron antaño, como hasta no hace demasiado tiempo, un medio de divulgación de noticias y sucesos.
Los hebreos, y otros pueblos del entorno, usaban tambores pequeños llamados toph, de los que derivó el adufe o pandero. Y los griegos se acompañaban en sus cantos con el tympanon: una piel estirada sobre cuenco de madera de boca ancha equivalente a un timbal chico.
Los griegos celebraban a ritmo de tambores las fiestas para honrar a Dionisos, dios del vino. Los romanos emplearon este instrumento para las marchas militares y para marcar el paso, aunque en el fondo lo tenían por instrumento bárbaro.
Los timbales mayores fueron empleados por los árabes como arma bélica: los hacían sonar desde lejos para anunciar su llegada, con lo que buscaban intimidar al enemigo y adentrarles en el cuerpo el temor y la congoja.
A Europa llegaron traídos por los cruzados y se usaron aquí con el concurso de trompas y trompetas en las fanfarrias y ceremonias y en los hechos de armas.
En el siglo XV no hubo ejército que no contara con un cuerpo de tambores y timbales; y en el XVII se incorporaron estos instrumentos a las orquestas barrocas.
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Un bello cuento sobre el tambor
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LA EVOLUCIÓN DEL TAMBOR
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La evolución de este instrumento ha sido escasa dada la sencillez y simpleza de su concepción. Al parecer se trata de uno de los instrumentos más antiguos y universales.
Han sido utilizados y construidos por todos los pueblos de la tierra: sobre vasijas, tubos, marcos, cubas que se golpean o percuten con las manos, palillos, escobillas.
Los hubo también de doble piel estirada sobre aros y tendidas mediante cuerda y sobre cuya piel inferior, la que no se golpea, se tiende una cuerda vibrante que da al instrumento sonoridad excitante.
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Tambores de esta naturaleza y pífanos se complementaban antaño de la misma forma que lo hacen los alegres timbales y las trompetas. Hoy, timbales y tambores son la base de la percusión en las grandes orquestas sinfónicas.
Se trata, ya en nuestro tiempo, de instrumentos muy evolucionados y capaces de lograr una extensa gama de tonalidades alterando su sonido con un pedal o una serie de tornillos ubicados en torno al parche.
Desde 1910 la batería es la base de la música moderna, y en ella juega el tambor o los tambores papel preponderante. La batería de percusión nació en Nueva Orleans, al arrimo y amparo de la música negra.
Evolucionó lentamente hasta conseguir en 1950 el protagonismo y forma que hoy conocemos. Rey de la batería y también de todos los tambores es el bombo, tambor de grandes dimensiones que se coloca lateralmente, con la piel verticalmente dispuesta y se golpea con una maza.
Curiosamente el bombo no empezó a utilizarse hasta entrado el siglo XIX, a pesar de ser el heredero directo del antiguo tambor. Su sonido es el más impresionante y poderoso; a él van asociados en la orquesta moderna panderetas y platillos.
Hoy que el ritmo ha alcanzado una importancia superior a la de la melodía misma, los tambores han cobrado protagonismo integrados en la batería con su bronca voz primitiva, su fuerza y su fiereza capaces de producir sonidos sobrecogedores a la vez que con su compás insistente y machacón marcan el ritmo, lo definen e imponen.
Seguramente este instrumento recio, bronco y decidido anda en busca de su pasado e intenta recuperar la importancia que milenios atrás ciertamente tuvo, cuando en las orquestas egipcias de los tiempos faraónicos animaba las tardes de las riberas del Nilo junto al sistro y las campanillas, los crótalos y las tarijas, los delicados platillos que se tocaban verticalmente y tal vez la delicada flauta de caña.
A pesar de lo bronco de su voz de barítono el tambor es capaz de crear ambientes de sobrecogimiento, pero también de ligera melancolía siempre que se sea fiel al dicho latino que asegura estar la virtud en la moderación de las cosas.
No conviene imitar al inglés Trevor Mitchell que en la ciudad de Humberside se pasó tocando el tambor desde el 5 de julio de 1986 hasta el 18 de agosto, en que descansaron él y todos sus vecinos, por supuesto.
Es voz de origen persa: de tabir, arribada al castellano acaso a través del árabe tanbur. En el Poema de Mio Cid se emplea ya la forma ‘atamor’, y en tiempos de Alfonso X el Sabio se llamaba ‘atambor’. Miguel de Cervantes escribe tambor referido al instrumento, y atambor referido a quien lo percute, y así en El coloquio de los perros(1613) lo escribe.
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Los antiguos veían la naturaleza y todo lo que ella entiende como una manifestación de lo divino. El deseo de imitar a la naturaleza era visto como una manera de conectar a los dioses. Este fue el origen de la danza. Incluso en diferentes partes de cada cultura geográfica se ha experimentado un tipo de danza basada en la imitación de los animales y los elementos de la naturaleza.
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Los chamanes en cualquier parte del mundo, agregaron a la danza el pulso del planeta a través de instrumentos de percusión. La percusión demostraba su fuerza reflejo con el agua, aire, fuego y tierra. Con el baile, el tambor chamánico trataban de obtener emociones como el valor, la compasión que debían acompañar al chaman para predecir el futuro a través de visiones o para sanación.
El toque rítmico del tambor es el inductor del estado chamánico de conciencia y, como vehículo de tránsito hacia las realidades paralelas, representa la más extendida de las prácticas.
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Música espiritual de tambores indios para meditación y trance
Grabación de tambores indios para llegar a estados alterados de conciencia. Una cadencia sonora utilizada por diversas tribus en toda América para conseguir estados de trance.
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En numerosas tribus del continente americano, los tambores han sido, desde hace siglos, el medio más habitual utilizado por los chamanes para entrer en trance y así poder comunicarse con los espíritus. Si necesitas desconectar de la realidad cotidiana y conseguir un estado de espiritualidad más elevado estos sonidos de tambores indios te pueden resultar muy beneficiosos.